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Jorge Ballestero, el Juez custodio de la corrupción K
Jorge Ballestero vivió una expulsión siendo muy joven. Era alcanza pelotas en Ferro, hizo tiempo con el balón y el árbitro lo echó. Con 62 años, este camarista federal influyente de Comodoro Py hoy cree que quieren sacarlo de la cancha. Su voto por la liberación de Cristóbal López lo puso expuso como nunca, tras subsistir casi tres décadas en equilibrio con el gobierno de turno.
“Paty”, como lo llaman todos en los tribunales, integra desde hace diez años la Sala I de la Cámara Federal, la instancia que revisa los fallos relacionados con el poder político.
En el pasado reciente, cuando la Sala I salió sorteada, los abogados de los funcionarios en aprietos sintieron cierto respiro. Ese tribunal, que se completó durante el kirchnerismo con los jueces Eduardo Freiler (y Eduardo Farah como suplente), supo llevarle alivio al exgobierno en causas sensibles.
La sala sobreseyó a los imputados en el caso Skanska a pesar de que la empresa admitió el pago de coimas. También anuló como prueba los mails de Manuel Vázquez, claves para investigar a Ricardo Jaime. Y rechazó la denuncia de Alberto Nisman contra Cristina Kirchner por la firma del memorándum con Irán.
Hacia el final del kirchnerismo, sin embargo, el tribunal tomó decisiones que exhibieron un giro, como la confirmación del procesamiento de Amado Boudou en el caso Ciccone. Ballestero, en general, siempre votó en coincidencia con sus pares.
Más allá de las pasiones que pudieron despertar sus fallos, en Comodoro Py todos coinciden en que Ballestero es un hombre “de buen corazón” y que muestra un enfoque humano en las causas penales, sobre todo a la hora de definir sobre la persistencia de una detención. “Es preferible a Paty enojado que cualquier otro de Comodoro Py de buen humor”, dicen quienes lo tratan de cerca. Aseguran, además, que evita a cualquier costo “ponerse los guantes” para pelear con sus pares. Obvió, incluso, exhibir enemistad con Norberto Oyarbide cuando el exjuez dejó en prisión durante algunos días a su hermano, Julio “Coco” Ballestero.
El hermano del camarista, que trabajaba en el estudio de Mariano Cúneo Libarona y conocía al dedillo los corrillos de Comodoro Py, quedó envuelto en una supuesta extorsión con un video al exjuez federal Juan José Galeano. Salió rápidamente en libertad, tras demostrar que estaba fuera del país durante los hechos.
Paty Ballestero solo pierde las formas cuando se trata de River. Ultrafanático del equipo de Núñez, su pasión también lo llevó a mezclarse con la política del fútbol, una arena en la que muchas veces juega la familia judicial. El camarista es miembro del Tribunal de Disciplina de la AFA desde fines de los años 90. Allí supo compartir tertulias con hombres frecuentes en los tribunales, como Sergio Fernández (hermano del operador judicial Javier Fernández) y Darío Richarte, exsubsecretario de la SIDE.
Ballestero es de familia judicial. Una de sus hermanas trabajó en la Procuración y la otra, en una fiscalía de instrucción. El camarista enviudó joven, con una hija pequeña, y conformó nuevamente pareja y una familia ensamblada. Recientemente, el juez debió ser operado por varias lesiones coronarias, y hoy debe preservar su estado de salud.
Tras la llegada de Mauricio Macri al gobierno, Ballestero comenzó a constituir mayorías junto a Leopoldo Bruglia, con quien conserva una vieja amistad. Juntos, por ejemplo, avalaron los procesamientos en la causa por desvíos millonarios en la obra pública kirchnerista contra Julio De Vido.
Ayer, el oficialismo en el Consejo de la Magistratura abrió un expediente para investigar a Ballestero por sus bienes. Es el juez que informó mayor patrimonio dentro de Comodoro Py, con activos por $12 millones. Muchos, en Tribunales, se preguntan si su lugar en el podio es una foto fiel o si se debe en realidad a que sus pares prefieren disimular el valor de su riqueza.
El camarista incrementó su patrimonio producto de la venta de una casa en el Club Mayling de Pilar por un monto varias veces mayor al valor fiscal declarado en un inicio. Ballestero vendió tras sufrir un incómodo escrache en ese barrio cerrado. Aunque los rumores de una posible renuncia debido a su delicado estado de salud se escuchó fuerte en los tribunales, cerca del camarista señalan que él quiere evitar irse por presión externa. “Es fácil forzar a quien tiene cuatro stents”, señalan. Ballestero se resiste, todavía a abrir esa puerta.
Ahora que el oficialismo le apunta sus dardos, cerca del camarista recordaban que en 2010 firmó un lapidario fallo contra Macri, por entonces jefe de gobierno porteño, en el que confirmó su procesamiento en la causa de las escuchas y el supuesto espionaje . La resolución fue festejada por el kirchnerismo. En Pro hablaron de “operación”. Ocho años después, con Macri en la Casa Rosada, Ballestero comenzó a ocupar el objetivo N° 1, tras la salida de su excolega Freiler.